A la chica de la esquina de la pista de baile le gustaría ser más alta y más delgada. Su estatura es normal, pero en su mente mide 120 cm y pesa 120 kilos. Es su mente es cilíndrica y por eso no hace más que estirarse la camiseta.
Le gustaría ser como aquella chica a la que vio un día en la playa corriendo y riendo medio desnuda sin preocuparse de su aspecto.

A la chica de la esquina de la pista de baile le gustaría atreverse a decir: «¡Escógeme!, ¡mírame!, soy una gran opción para bailar, hablar e incluso ligar.» En lugar de eso, aparta la mirada para no cruzarla con nadie de la pista o alrededores.
Le encantaría ser como aquella niña que con 10 años se presentó a las elecciones al consejo escolar de su colegio y gritó a todos: “Elígeme, soy la mejor opción”

A la chica de la esquina de la pista de baile le gustaría mover las caderas como una loca. No medir sus movimientos para no parecer presuntuosa, abrir los brazos y girar con libertad sin miedo a equivocar el paso, porque hacerlo, no es especialmente grave.
Le gustaría ser como aquella treintañera que se subía a un escenario a cantar y enamoraba con su seguridad, jugaba con los volúmenes y con las miradas. Se exponía y le cambiaba la cara de la felicidad que sentía.

A la chica de la esquina de la pista de baile le gustaría acercarse a ese chico tan guapo, o que baila tan bien, o que sonríe tan bonito y decirle: «¡vamos a bailar!»
Le gustaría ser como aquella mujer valiente que un día le dijo a un chico que tenía al lado: «vamos a subirnos encima de la barra» y acabó compartiendo sueños, cama y vida con él durante muchos años.

A la chica de la esquina de la pista de baile le encantaría ser como aquella que fue a una entrevista de trabajo embarazada y logró ser contratada por su carisma. Como aquella a quien alguien dijo:» tienes un magnetismo personal alucinante.» Como esa que entrenó a diario para completar una carrera. Como la que se metió en un camerino a entrevistar a uno de sus ídolos y acabó teniendo un recuerdo maravilloso.
A la chica de la esquina de la pista de baile no le cuesta reconocer que todas esas mujeres valientes a las que ella admira son la misma. Son ella misma. Lo que le cuesta es encontrarlas en su interior y tener el valor de dar el primer paso para recuperarlas.
Porque se ve pequeñita.
Porque ve a los demás enormes.
Porque tiene miedo a equivocarse.
Al ridiculo.
Al rechazo.
Al fracaso.
Aún así, la valentía se lleva dentro, y no está dispuesta a renunciar. Y yo confío en ella. Aunque ni ella misma lo haga.
En esta lucha interna entre todas las mujeres que somos siempre gana la débil, la quejica, la vergonzosa, la insegura. Y la única oportunidad que tenemos de ganar es saltar sin red. Y confiar en nuestro poder.
Porque estoy segura de que todas lo tenemos.

Me encanta Ana. Todas hemos sido alguna vez, la chica de la esquina de la pista de baile. Y te digo una cosa, puedes confiar en ella. Es la mejor. La mas valiente. La mas alta y la quiero. ?
❤️?
Por desgracia todas tenemos miedos q nos hacen perdernos muchas cosas bonitas,nos falta valor para vivir .A veces necesitamos alguien q nos empuje y nos recuerde lo valiosas q somos y lo corta q es la vida, yo seré ese empujón tuyo….que no tenga q ir en persona a dártelo amiga,VIVE Y OLVIDA LAS VERGÜENZAS,TE LO MERECES.
❤️